Sagan el desesperado

La carrera presenta situaciones inverosímiles. Sagan, un ciclista que ha levantado los brazos en mil llegadas, volvió a definirse por enésima vez como el mejor segundón de la jornada, un título que se queda corto, después de haber hecho méritos más que suficientes para ser el primero. Es el pequeño Poulidor de este Tour que suspira por ver qué pasa en ese epílogo alpino que falta por disputarse. En ciclismo la oportunidad y la información son fundamentales, en este caso para para fustigar a uno de los corredores mejor pagados del pelotón (cuatro millones le paga el megamillonario Tonkoff) a base de amarrarse a su desesperada rueda. Todos los integrantes de la voluptuosa escapada de ayer sabían que el portador del dorsal rojo, que  distingue al ciclista más combativo, iba a ser el más obstinado en controlar el grupo para luego ganarles el sprint. Tal es su desasosiego por justificar su gran salario que ayer quiso intentarlo nuevamente, pero esta vez bajo una fórmula diferente, en un descenso suicida que de poco le valió, pues Rubén Plaza ya había tomado el buen vagón en un descuido del paquete de lametubulares que el eslovaco tuvo que arrastrar y soportar en la subida al puerto de Masen. Ahora Sagan está condenado a sufrir cuatro jornadas alpinas para intentar anotarse el sprint imperial de los Campos Elíseos, donde no hay otra estrategia que la fuerza y la colocación. Su cometido en el equipo de Contador no es otro. No está allí para ser gregario sino para ganar llegadas en grupo. En paralelo a esta historia personal del portador del maillot verde transcurren otras tantas como dorsales quedan en carrera. La más consistente es la referente a Froome, que ha pasado sin quebranto el Macizo Central y su indeseable fábrica de calor. Así como en el Giro los ciclistas tienen en el frio a su peor enemigo, en el Tour es el calor, que va haciendo mella poco a poco en una gestión imperceptible de deshidratación. Soportar esos gigantescos esfuerzos bajo la canícula roza el límite de lo inhumano. Por tanto, está por ver si hay alguna cicatriz en las reservas de Froome y su equipo para las cuatro jornadas definitivas que restan. Nairo Quintana, acostumbrado a pedalear en su Colombia natal bajo altas temperaturas, está agazapado. Espera su oportunidad. Es obvio que con tanta montaña como queda la va a tener. Debe elegir el día  y destrozar la carrera antes del último puerto. La fórmula de llegar en franca camaradería con los Sky a la última subida ya se ha visto que no quiebra al líder y además, en caso de  emergencia la importante renta que dispone se puede administrar con cierta garantía. Contador sigue siendo una incógnita. No ha hecho nada destacado salvo mantenerse en el club de los mejores, lo cual no es poco, pero se espera algo más. En los Alpes será uno más, pero en Paris, con el vencedor del Tour ya designado, buscara resarcirse de una edición que quiere cerrar lo antes posible.

Angel Giner

Antes de la salida de la etapa en Lannemezan